Veo vía La ventana, un artículo donde se menciona el sutil pero dañino efecto que produce el uso de internet en nuestros hábitos y en nuestro cerebro. El siguiente fragmento lo manifiesta claramente:

Me doy cuenta sobre todo cuando leo. Antes me era fácil sumergirme en un libro o en un artículo largo. Mi mente quedaba atrapada en la narración o en los giros de los argumentos y pasaba horas paseando por largos tramos de prosa. Ahora casi nunca es así. Ahora mi concentración casi siempre comienza a disiparse después de dos o tres páginas. Me pongo inquieto, pierdo el hilo, comienzo a buscar otra cosa que hacer. La lectura profunda que me venía de modo natural se ha convertido en una lucha. <

Aquí el enlace al artículo original en La ventana.