Existe una conducta común en las personas de toda raza y condición que consiste en tener y en identificarse con elementos ajenos a sí mismos, los cuales consideran, de alguna manera u otra, valiosos. Por ejemplo, las personas de mayor poder adquisitivo se identifican con los automóviles caros, como los de marca BMW o Mercedes Benz, con los vinos de calidad, con los ropajes, carteras y zapatos de marcas reconocidas, etc. Las personas de menores recursos también se dejan seducir por la vestimenta, aunque no ya tal vez por los automóviles lujosos sino por los más sofisticados teléfonos celulares, entre otras delicias. No se discute, por supuesto, el valor de uso o servicio que ofrecen este tipo de productos, el cual es indiscutible, ya que perfeccionan la naturaleza humana, sino que lo que se discute es la identificación de las personas para con ellos y la dudosa capacidad de estos para transferir su supuesto valor a las personas que los utilizan.
La pregunta relevante que conviene realizar aquí es si las cosas tenidas nos hacen mejores, es decir, si existe un influjo del valor de la cosa hacia la persona, de manera tal que al tener algo valioso nos hacemos valiosos nosotros mismos. Para ejemplificar: El tener el teléfono celular de última generación, que en sí mismo tiene cierto valor estético y de utilidad, ¿nos transfiere parte de ese valor a nosotros? ¿Somos nosotros, por el simple hecho de usar algo valioso, más valiosos de lo que éramos antes de usarlo? ¿De dónde viene el valor del ser humano, de lo que es de por sí o de las cosas que tiene?
La variedad de identificaciones mencionadas entre las personas y las cosas que poseen se muestran, no solamente con el uso de los antedichos artículos, sino con la manifestación expositiva del uso de los mismos. No es solamente usarlos la clave, sino que otros vean que los usamos. Mostrarlos claramente. Exponerlos. Aquí, la capacidad de cada persona para mostrar las marcas de los artículos que usa es una estrategia esencial. ¿Serían igualmente utilizados, los mencionados valiosos productos, si sus marcas no fueran visibles para otros, si la persona que los utiliza no pudiera demostrar a otros su adherencia e identificación a las mismas? ¿Qué valor de amistad puede tener el permanecer a un grupo de personas donde la entrada a dicho grupo consista en usar o en tener determinada ropa o bienes? ¿Para qué reunirnos con personas que no nos quieren por lo que somos sino por lo que tenemos? No digo que no debemos relacionarnos con estos grupos, simplemente seamos conscientes de que tal vez no nos quieran a nosotros.
¿Comprarían estas personas un BMW que no tuviera su marca claramente visible para otros, de tal manera que estos otros pudieran ver la identificación clara entre la marca y la persona que las usa? ¿Sucede con la ropa lo mismo? ¿Usarían las personas ropajes o zapatos de calidad que tuvieran oculta su marca, la cual otras personas no pudieran ver? Ciertamente que no. ¿Por qué hay “marcas truchas”, es decir, ropa de baja calidad que tiene una marca de una ropa de alta calidad? ¿Y por qué la gente la compra, aún sabiéndolo? No es, por cierto, por la calidad de la ropa misma, que es mucho más baja que la original, sino por la marca, por la capacidad de exhibirla. El colmo de ridículo es creer que una marca trucha plasmada en una prenda de baja calidad nos agregará algún valor.
Y estas actitudes no suceden solamente con las personas de mayor poder adquisitivo, como antes mencionamos, sino en todas las personas, sin importar su estrato social. Otra variedad incluye la fanatización e identificación con equipos deportivos, con deportistas célebres o con estrellas musicales, la cual es más típicamente una actitud de la adolescencia y de la juventud, aunque se manifiesta también en edades avanzadas. Esto también esconde el mismo mecanismo de identificación que pretende, por el solo hecho de adherirnos, otorgarnos valor. Ser de river en mejor que ser de boca. Los adolescentes fundan, por ejemplo, sus grupos de pertenencia en función de sus grupos musicales. Es claro que los fundamentos de su amistad se encuentran agarrado con alfileres. Es todo tan precario.
La pregunta que debemos hacernos es, sin embargo, si al identificarnos con algo que consideramos valioso, alguna virtud valiosa de ese algo es transferida a nosotros en el proceso de identificación. ¿Nos hace mejores a nosotros mismos el tener un auto de reconocida marca y calidad o seguiremos siendo los mismos de siempre? ¿Una mujer que utiliza un vestido de una marca recocida y valorada, es necesariamente mejor ella misma, o simplemente lo parece? Si nos identificamos con un determinado equipo deportivo, con algún deportista destacado o con algún cantante de moda, ¿se nos transfiere algo de su valor a nosotros mismos? No parece ser el caso.
Lo primero que debemos preguntarnos es cómo adquiere valor algo, especialmente el ser humano. A primera vista, de manera evidente, nos damos cuenta que algo valioso lo es, no tanto por lo que tiene adherido en su superficie, sino por lo que interna e intrínsecamente es él mismo; por sus perfecciones propias. Por ello, las adherencias exteriores de cosas valiosas que no forman parte de su valor intrínseco no agregan ningún valor a la persona. Como dice el dicho, la mona, aunque se vista de seda, mona queda. Esta es la falacia en la que viven quienes practican este tipo de actitudes. Ellos creen, como dice José Ingenieros, que de tanto oropel se adherirá alguna partícula a su sombra. No lo hará. Seguirán siendo quieres son; nada cambiará, aunque parezcan haber cambiado o ser algo mejores.
Los jóvenes varones que se suben a potentes automóviles para correr carreras o picadas en la calle, poniendo en riesgo a sus semejantes, conjuntamente con los que transitan temerariamente en motocicletas, haciendo alarde de gran velocidad, ¿son ellos mismos rápidos y poderosos o lo son solamente sus autos y motocicletas? El conducir automóviles o motocicletas veloces y ruidosas, que destilan poder y rigor por todos lados, ¿hace a quienes la conducen rápidos y poderosos? ¿Más varoniles, acaso? Ciertamente que no. No hay nada peor para una persona que buscar constantemente algo anhelado para sí mismo allí donde no se encuentra, allí donde nunca se obtendrá. Existen caminos para ser valiosos, pero no son estos.
Pero estas reflexiones no deben llevarnos a sentirnos mal sobre nosotros mismos, sino al contrario. Si realmente queremos ser valiosos, y nos damos cuenta que las estrategias que estamos siguiendo no lo logran, que fracasan tremendamente, podremos de una vez cambiar para lograr ser valiosos de verdad. Si nos damos cuenta de que no importa el auto o el celular que tengamos, por más lindo que sea, en nosotros mismos nada cambiará por la simple adherencia de ello a nuestro cuerpo. Por lo tanto, podremos comenzar a recorrer el camino por el cual sí podemos ser más valiosos. Pero, ¿cuál camino es este?
Este es un camino interior, por supuesto; y no es algo que necesariamente va a estar a la vista de los otros. ¿Podremos tolerar no estar en la vidriera, ante los ojos aprobatorios o descalificatorios del otro? ¿Podremos tolerar no pertenecer a los grupos de status? El camino que proponemos es el camino que lleva a perfeccionar y actualizar nuestro ser interior, nuestra esencia, quien en verdad somos, y no a simplemente parecerlo, adhiriendo a nuestra superficie elementos supuestamente valiosos ajenos a nosotros. El despliegue de la grandeza que duerme dentro de nosotros es el único camino genuino a través del cual podemos auto valorarnos en la acción cotidiana.
Sin embargo, tenemos un valor implícito debido a nuestra misma esencia y existencia, que viene indefectiblemente con nosotros desde nuestro mismo nacimiento, desde el mismo momento que comenzamos a existir. Este valor radica en nuestra vida humana, el más excelso de los modos de vida del mundo material. Somos seres pensantes y conscientes, llamados a desplegar sus alas bajo su propia responsabilidad, por nuestro libre albedrío, en camino hacia un fin último que es Dios, la fuente genuina de nuestra existencia y el objetivo último de nuestro camino de vida. Un ser tal, no puede sino valer mucho. ¿Qué valor genuino le agregará algo que se adhiera a la superficie de su piel?
Viktor Frankl, en el campo de concentración, cuando todo le había sido quitado, decía que se encontraba con su “existencia desnuda”. Pensándolo bien, ¿no es nuestra existencia desnuda lo que más genuinamente tenemos y nos identifica? ¿Puede cambiar eso algo de lo que tengamos? Si lo que somos no es lo que tenemos, solamente siempre tenemos con nosotros nuestra existencia humana desnuda con la capacidad de ser genuinamente humana, como nos enseñó Frankl.
Tener cosas, por cierto, tiene su importancia, pues perfeccionan nuestra naturaleza humana. Vestirnos, comunicarnos y transportarnos son necesidades de nuestra vida. El problema surge cuando los instrumentos al servicio de nuestra vida se transforman en elementos que, por el solo hecho de tenerlos y exhibirlos frente a otros, nos hacen creer que nos harán más valiosos. Nada de eso puede hacerlo, sino solamente nuestro crecimiento interior.
Otra reflexión que surge de este tema es el por qué de la excesiva importancia que le damos a la mirada de los otros en cuanto al valor de nuestra persona. Necesitamos sin duda ser valorados, pero ¿puede esto ser hecho de cualquier manera? ¿Podemos otorgarle a cualquier persona la potestad para que nos evalúe o solamente debemos otorgar este poder a las mejores personas, a las que verdadera y genuinamente nos aman? Frente a estas personas, las que nos aman de verdad, ningún aditamento ni disfraz es necesario, solamente el resplandor genuino de nuestro ser auténticamente humano. Este no es un tema menor, y su reflexión nos debe acompañar durante toda nuestra vida.
Por Hugo Landolfi
Estimado Hugo: cuando nos falta madurez, nos apegamos a las cosas, creemos que ellas, nos dan valor, es mas! tambien en ellas nos apoyamos, creo que en la adolescencia es cuando mas nos sentimos que debemos tener las mejores marcas, los mejores relojes, si tienes juegos tambien, en fin! es un poco la sociedad en que vives, porque si vives en una isla, o en el campo, te aseguro que seria diferentenuestra realidad,creo veriamos las cosas, con otro cristal. Con el tiempo, empezamos a madurar, y es en ese momento que, No necesitamos rodearnos de tantas «burbujas»,empezamos a conocernos y a saber que es lo que nos gusta y nos hace feliz. Es cuando empieza a crecer nuestro interior, cuando nos darnos cuenta que…los valores son interiores, y que tener amigos,en «cantidad» no son necesarios, como de «calidad». Es como tu dices:»frente a estas personas, a las que nos aman de verdad, ningun aditamento ni disfraz es necesario, solo el resplandor genuino de nuestro Ser autenticamente humano.» Verdaderamente alli, empieza a brillar nuestra vida, y nos damos cuenta, que nada ni nadie, nos puede cambiar,ya que NOs hemos encontrado a si mismo, y conocemos en verdad nuestro amor por la VIDA.
Gracias por el tema y por tus reflexiones. Saludos
La típica discusión de Ser-Hacer-Tener, que debería interpretarse en ese orden y no a la inversa como la mayoría de la gente piensa: hay que Tener para poder Hacer y así lograr Ser algo o alguien. Todo lo que importa es lo que se Es, lo demás (lo que uno Hace, lo que uno Tiene, lo que uno Puede) son consecuencias de ello.
Lamentablemente los valores ya casi no se practican, cada vez hay mas gente que solo vive de apariencias, todo tiene que ser de marca ..lo peor de todo es que los mismos padres o sea del mismo hogar se inicia esto …los padres débiles por complacer a sus hijos se endeudan con tal de que sus hijos tengan el último grito de la moda y estos niños cuando crecen y ya sabemos lo que esta sucediendo ….por eso no hay como el hogar para empezar el cambio …
El ser humano tiene valor en si mismo pues ha sido hecho «a imagen de Dios» (Genesis 1:26)-cosa que los cientificos darwinistas parecen no tomar en cuenta- y segun este pasaje bíblico,en el principio el hombre (la especie humana), le ha sido dada autoridad «delegada» (quiero decir con esto que depende de Otra autoridad mas alta), para señorear sobre la creación. Con la caída, el hombre se convierte en esclavo, o victima de esta misma creación «máldita sera la tierra por tu causa, con dolor comeras de ella todos los días». Nuestro valor «intrinseco» esta determinado, ha mi entender, por el objeto por el cual fuimos creados, glorificar a Dios, nuestro Creador, con nuestra vida y actos, ser un reflejo aunque tal vez un poco deslucido, de Quien nos creo. Creo que sin la persona de Cristo no entenderíamos todo el cuadro, pues como dice en Lucas 19:10 «Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido». Tal vez suene muy «teológico» todo esto, pero creo que tiene aplicaciones practicas importantes a nuestras vidas (tan inclinadas al consumismo, que nos ciega la mente a la hora de comprar algo que podria sernos util, por algo muy vistoszo, y muy publicitado). Excelentes los temas que se estan tocando
Dentro de todas las esperiencias el hombre por naturaleza afianza sus sentidos,esperimentando a travès del contacto y el gusto para aprovar sus inclinaciones. Hecho que lo conduce a seguir influencias, que particularmente no le corresponden y afectan su desenvolvimiento e integracion como ente social. Razon por la cual le compromte a evaluar cada circunstancia para darle mas sentido y equivalencias a sus relaciones como persona sin dejar que afecte su integridad, y mas aun, la necesidad de compartir con sus semejantes, sin deteriorar su entorno interpersonales hasta el punto de ser excluido del medio al cual pertenece. Se hace necesario revisar como el consumismo mundial, nos ha alejado de nuestra esencia y nuestra razòn de ser
exelente reflexion …. gracias….
Es claro que tener cosas valiosas NO nos hace mas valiosos como personas y por supuesto que muchos adolecentes lo saben, estan concientes tanto como un adulto maduro, pero el tener cosas valiosas y mostrarlas ante los demas hacerlas evidentes SI nos hace mas valiosos ante los ojos de los demas, nos da importancia, poder, status, mundo, etc. . Esta es la psicologia social contemporanea nos guste o no y por supuesto que en alguna medida hemos contribuido a que se siga dando, porque unos menos y otroa mas hemos perdido la capacidad de analisis, de critica y liderazgo de opinion ante la presencia brutal de estos productos de «marca».Para mi , quitale las letras o marca al los ultimos modelos del BMW y es un automovil comun y corriente y lo mismo pasa con la ropa,los celulares, los relojes,los articulos suntuosos, etc.. Claro que puede uno encontrarse en el mercado cosas mucho mas vistosas y en muchas ocasiones de mejor calidad pero sin el reconocimiento de una marca.
Les pongo un ejemplo, yo vivo en Mèxico y varias marcas americanas de tenis y ropa mandan maquilar sus prendas a empresas mexicanas para ellos unicamente colocarles la etiqueta y les aseguro que si vemos esa misma prenda en el mercado sin esa famosa etiqueta preferimos pagar mas por esa misma prenda pero con la etiqueta famosa .