Cuando nos hacemos dioses a nosotros mismos y nos olvidamos del prójimo, colocándolos a nuestro servicio utilitarista, no nos damos cuenta de que nos colocamos nosotros también al servicio de la explotación utilitarista de los otros. Porque nosotros somos el “prójimo de los otros”. Y si hay que explotar al prójimo, si mi prójimo es simplemente alguien a mi servicio, yo seré también explotado por los otros y me forzarán a colocarme a su servicio. ¿No tiene estas características el mundo en que vivimos?