Confucio, el pensador de origen chino que vivió entre el 551 y el 478 antes de Cristo, ha dicho sobre el tema de la coherencia entre los actos y las obras de las personas:

«Un caballero debe siempre avergonzarse si sus palabras son mejores que sus actos».

Esto nos debe llevar a la reflección de un tema que se toca en mi reciente libro, Construye tu obra y rómpete, según el cual podemos decir que lo que hace al ser humano ser genuinamente un ser humano son sus actos y obras, y no sus palabras. Nada más facil que hablar; nada más difícil, por cierto, que actuar. Luis de Góngora decía: «Las palabras cera; las obras acero».