Si el ser humano es un ser multidimensional, es decir, es un ser compuesto de diversas dimensiones o estratos estructurales, los alimentos de los que requiere no han de ser solamente físicos, como la comida, pues ese es solamente uno de sus estratos, sino también han de ser psíquico-emocionales, mentales y espirituales.

Si bien a lo largo de la historia los filósofos de oriente y occidente han descripto la multidimensionalidad del ser humano de diversas maneras y mediante diversos modelos, a los efectos de una simplificación pedagógica podemos decir que el ser humano se compone de cuatro dimensiones: física, psíquico-emocional, metal-intelectual y espiritual. Las mismas se encuentran ordenadas jerárquicamente entre sí, siendo la dimensión espiritual la que es jerárquicamente superior.

Para todas aquellas personas que se encuentran relacionadas con la educación de otros seres humanos, como por ejemplo padres, profesores, maestros y muchos otros de diversa especie, es menester asegurarse de que su actividad educativa provea “alimentos” a las cuatro dimensiones del ser humano. Los reduccionismos educativos solo proveen de alimentación a uno o, a lo sumo, dos de estos estratos, dejando de la lado a los otros. La educación tradicional usualmente ofrece información o datos, el típico alimento mental. Una educación verdaderamente integral que considere al ser humano en todas sus dimensiones, ha de proveer alimentos en todos y cada uno de los estratos mencionados.