El mundo contemporáneo, es decir, aquél en el que nos econtramos inmersos, parece haber dejado de lado el «ser» para centrarse plenamente en el «parecer» de las cosas. Entendemos como «ser» aquello que es plenamente auténtico como, por ejemplo, una modelo de moda es auténticamente bella mientras que una dama que halla caido bajo el influjo de las cirujías estéticas no es necesiriamente bella sino que «lo parece».

El «parecer» se opone y se halla en las antípodas del «ser» ya que este, como digimos, invoca a lo auténtico y el primero a cierto modo de falsificación. Esto se da en muchos ordenes de la vida y de los negocios. Algunos de los siguientes ejemplos lo ilustran:

  • Cuando ya no hace falta «ser» adinerados sino «parecerlo» caemos en el status.
  • Cuando ya no hace falta «ser» bellos sino «parecerlo» caemos en el dominio de las cirujías estéticas y de la moda.
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