En un mundo donde casi todo ha perdido el sentido y el significado genuino, no nos olvidemos del sentido genuino de la Navidad, que no consiste precisamente en hiperestimular el consumo materialista, en el aliento de los desbordes en el comer y en el beber, o en la celebración vana y superficial donde no se sabe ni siquiera qué se está celebrando.

La Navidad es, nada más y nada menos, que un nuevo aniversario del nacimiento de Jesús, ese Dios que inexplicablemente se hace hombre. A través de Jesús, Dios muestra su rostro y nos habla de El.

Feliz Navidad.