Si bien esta noticia no es nueva ya que se ha difundido en todos los periódicos del mundo, deseamos hacer una nueva revisión por lo sorprendente e interesante que nos ha resultado la misma, especialmente si la consideramos en relación al tema del liderazgo y el aprendizaje de las personas.
Si hacemos memoria, hace casi dos años la NASA, que es la agencia aeroespacial que administra los transboradores espaciales, ha explicado que una de las principales causas por las cuales el transbordador Columbia tuvo el fatal accidente en el año 2003 fue por el uso intensivo que se hacía del software de Microsoft Power Point. En este enlace puedes descargar el artículo tal como apareció en alguno de los cientos de periódicos que se hicieron eco del mismo.
Como ya hemos explicado anteriormente, este tipo de explicaciones nos pueden llamar notablemente la atención por lo estrafalaria y responde al modelo de la «víctima» que se encuentra descripto y explicado en nuestro reciente libro «De víctima a protagonista«.
Este tipo de explicaciones son muy comunes en los niños que buscan «ser inocentes» frente a lo que les sucede pero llama poderosamente la atención que una organización como la NASA culpe al Power Point de sus errores. Esto es verdaderamente increible.
El problema de la actitud de víctima, a diferencia de la de «protagonista», es que nos impide capitalizar los errores cometidos para asi poder aprender de los mismos y no volver a cometerlos.
La noticia parece muy impactante. Para una persona desavisada quedará la idea de que PowerPoint es el culpable de muchos horrores más («si fue el culpable del accidente aeroespacial ¿de cuántos más lo será que no me lo dicen aquí?»). Y todo por un pésimo artículo periodístico que no explica nada.. Ni siquiera qué tiene que ver PowerPoint (aclaro que no lo uso- no sé hacerlo) con el accidente. Simplemente, sin palabras, da a entender que algo hubo.
El artículo que valdría la pena sería algo así como «El periodismo- su sinvalor- su pésima influencia sobre el pensamiento humano- el peligro de que siga así y los lectores no se den cuenta».
Uno de los más extraordinarios ejemplos ocurrió hace pocos días. Con la Luna Azul del 31 de mayo algún periodista escibió que «la luna se vería de un tono celeste desde las 19.– a las 22.– horas…». ¡Y, ni siquiera hay un controler que lo observe (ni hablar de ponerle una multa)!