Los argumentos metafísicos no van a ninguna parte, no son diferentes a los políticos o religiosos. Sin embargo, lo que hace la diferencia es la forma en que nos tratamos. Yo podría ser budista y tú podrías ser cristiano y, aunque nos tratáramos con respeto, ¿se podría lograr un entendimiento?

Cuando un monje un día le hizo a Buda algunas preguntas metafísicas como las siguientes: «¿Es el universo eterno o no eterno, es mi alma eterna o no eterna, donde estaba yo antes de nacer?», etc, el Buda mantuvo el «Silencio Noble». Él siempre sostuvo que ese tipo de preguntas no ayudan al proceso del monje. Sólo cuando el monje deje de lado las preguntas metafísicas y tenga calmada su mente, y luego de observar su propia codicia, odio y desilusión, va a comenzar a hacer progresos.

Cuando el monje insistió en que le responda sus preguntas metafísicas para su satisfacción y luego estar de acuerdo en seguir al Buda, el Buda comparó al monje con un hombre que fue herido con una flecha envenenada e insistió en tener algunas respuestas sobre la flecha antes de sacarla. Quería saber qué clase de plumas se habían utilizado, de que tipo de árbol era el eje, quien disparó la flecha, con qué estaba hecha la punta, etc, etc, y por supuesto antes de que las preguntas fueran respondidas el hombre habría muerto.

Del mismo modo, antes de que el monje pudiera tener respuestas a sus preguntas metafísicas, espirituales, sus tiempos de vida habrían terminado y estaría destinado a renacer, despertando su verdadero yo, ya que no hay fin a las preguntas metafísicas, excepto la iluminación y el despertar espiritual. Después de la iluminación ya no hay nadie para hacerle preguntas. Cuando se trata de temas teóricos relacionados con la Metafísica, Política y Religión, es importante que podamos estar de acuerdo o en desacuerdo con este tipo de cosas que no pueden ser probadas. Ese es el secreto de la paz; sabiendo que tenemos diferencias, pero aceptando esas diferencias e incluso tal vez encontrando algún terreno en común.

La «Biblia» budista consta de volúmenes de textos que ocupan alrededor de un metro de una estantería. Una pequeña parte de estos escritos es el Dhammapada, posiblemente el más leído de los textos budistas. Este pequeño libro, en los términos más simples y claros, resume muchas de las enseñanzas de Buda.

Las primeras oraciones en la Biblia budista y las primeras oraciones en el Dhammapada recorren un largo camino explicando las diferencias entre el budismo y el cristianismo, diferencias que parecen irreconciliables en relación con los aspectos metafísicos y religiosos, pero en realidad no lo son cuando uno considera el objetivo general de ambas religiones; el amor y la compasión entre los seres humanos.

La Biblia dice que Dios es todopoderoso, y debemos adorarlo, mientras que el Dhammapada dice que uno debe confiar en su propia mente y ser proactivo en la alteración de su conciencia. Ambos caminos tienen sus puntos positivos y negativos, pero lo importante es que los dos tienen el mismo objetivo: el desarrollo espiritual de la humanidad. Sólo utilizan técnicas diferentes.