El misticismo es algo tradicionalmente mal comprendido por nuestra cultura. Siempre lo ha sido. Muchas personas piensan incorrectamente que el misticismo es una especie de cosa oculta o, en cambio, se imaginan que un místico es alguien que estudia magia o que simplemente renuncia a la vida y se va a vivir a una cueva. Nada podría estar más más lejos de la verdad.

Las razones de estas confusiones no son tan sorprendentes. El místico es el que sufre un cambio radical en la comprensión de la conciencia y que a menudo mira, escucha, o parece muy misterioso a nuestra forma acostumbrada de pensar y de ser.

El místico entra conscientemente en el viaje sagrado que todas las grandes religiones del mundo hablan de diversas formas. Algunos lo llaman a esto estar despierto, iluminado, o nacer de nuevo. Se trata de un viaje interior que requiere una deconstrucción de las ilusiones condicionadas de separación a fin de que la verdadera libertad de la vida pueda emerger. Es el verdadero significado de haber nacido de nuevo. Es el proceso y la realización de dejar morir nuestros hábitos y creencias viciadas y condicionadas para que podamos vivir en la plenitud de cada nuevo momento de la creación. Es el entendimiento de que los patrones condicionados, sistemas de creencias y la misma memoria no necesariamente nos representan el mundo tal cual es. Es la comprensión de que la verdadera vida sólo puede ser vivida en una libertad que se mueve con la creación actual, siempre abierta a cada momento.

Para dejar ir las ilusiones de la identidad del ego y permanecer desnudo antes de nuestra verdadera naturaleza original, a veces se requiere la eliminación de uno mismo desde los modos típicos de vivir y de pensar, al menos por un tiempo.