Piensa en una conversación que has estado posponiendo. ¿La tienes? Muy bien, arranquemos entonces. Existen cientos de libros acerca de temas como la conversación difícil, crucial, importante, la que siempre pospones, etc. Aquellas veces que sabes que deberías hablar con alguien, pero no lo haces o tal vez lo intentas pero resultó desastrosa. O puede ser que tengas miedo y pienses que el hablar sólo hará que la situación empeore. En esas situaciones hay un sentimiento de “estar atascado” y lo mejor sería que encausaras esa energía en algo más productivo. Pero para ello primero debes dejar de lado el miedo y decidirte a hablar.

A continuación te presentamos una breve sinopsis de las mejores estrategias conversacionales: una lista de cosas sobre las cuales pensar antes de involucrarte en una conversación; algunos conceptos útiles para practicar durante la misma; y algunas sugerencias para ayudarte a que te mantengas concentrado y tranquilo, e incluso algunas frases para iniciar conversaciones. Luego de leer estos tips habrás descubierto que tienes más poder del que pensabas.

Antes de tener “una conversación de esas” con alguien, hazte a ti mismo algunas preguntas:
1. ¿Cuál es el propósito de dicha conversación? ¿Qué esperas lograr? ¿Cuál sería el resultado ideal? Vigila los propósitos o intenciones ocultas, no generarán ningún bien. Tal vez creas tener metas honorables, como educar a un empleado o incrementar la comunicación con tu hijo adolescente, sólo presta atención a que tu lenguaje no sea excesivamente crítico ni condescendiente. Piensas que quieres dar apoyo, pero al final terminas presionando. Algunos propósitos son más útiles que otros. Trabaja sobre ti mismo para que puedas asumir la conversación bajo un propósito de apoyo.
2. ¿Qué supones acerca de las intenciones de esta persona? Al hablar tal vez te sientas intimidado, ignorado, menospreciado, poco respetado o marginado, pero se cauteloso al asumir con seguridad que esa era la intención de tu interlocutor.
3. ¿Qué “botones” de tu personalidad están siendo presionados? ¿Estás más sensible de lo que la situación requiere? Tómate el tiempo de prestar atención a tu entorno emocional ¿estás afectado verdaderamente por la situación o por una multiplicidad de cosas ajenas a ella?
4. ¿Cómo afecta tu percepción de la situación o de la futura conversación a la conversación en sí? Si tú piensas que va a ser sumamente difícil, probablemente lo sea. Si verdaderamente crees que pase lo que pase sacarás algo bueno de ella, entonces seguro lo harás. Intenta ajustar tu actitud a la máxima efectividad.
5. ¿Quién es el oponente? ¿Qué puede estar pensando acerca de esta situación? ¿Está seguro del problema? Si es así ¿cómo crees que lo esté percibiendo? ¿Cuáles son sus necesidades y sus miedos? ¿Qué solución crees que propondrá? Comienza a visualizar a tu “oponente” más bien como un compañero y alguien que junto a ti estará dispuesto a encontrar una solución frente al problema.
6. ¿Cuáles son tus necesidades? ¿y tus miedos? ¿Existe alguna preocupación en común? ¿Podría haberla?
7. ¿Cómo has contribuido al problema? ¿Cómo lo ha hecho la otra persona?