En este artículo sobre la realidad del tiempo hablábamos con respecto a que el tiempo es una creación metal del hombre en al medida en que logra medir las suscesivas etapas de un movimiento. En función de ello preguntábamos en este artículo qué se celebra en el año nuevo si, en definitiva, el tiempo en verdad no existe en la realidad.

Las respuestas han sido variadas y notables. Les agradezco a Anita que plantea la celebración como algo muy personal donde se evaluan las actuaciones pasadas; a Ana de Luz por su extenso y erudito comentario, aunque yo, por cierto, no acuerdo mucho con respecto a las vidas pasadas; a Estela Luz por su cita bíblica muy pertinente; a Alberto Alvari por sus interesantes reflexiones y sobre el sentido de la celebración; a Katerina Maksimenko pues busca indagar filosóficamente sobre el tema (y lo logra muy bien); a Nicolás por su perspectiva social acerca del tiempo; a Walter Lopez que vincula la temporalidad a la finitud, lo cual es muy cierto; a Mary Lou por asociar el tiempo y los ciclos humanos; a Jhon Armstrong porque manifiesta que aunque exista el tiempo el hombre igual puede elegir qué hacer; a Lorenzo Armas que vincula la celebración a los cambios que padece la humanidad; a Antonio Corredor y su explicación sobre las tradiciones humanas, muy pertinente; a Néstor Salgado siempre tan atento al sufrimiento de sus semajantes; a Elizabeth por compartir con nosotros su experiencia familiar: gracias!; y a Jorge Ludewig porque plantea también un tema interesante: la arbitrariedad de las fechas de celebración.

Gracias a todos por tan maravillosos aportes. Esto de hablar del tiempo y de la celebración de año nuevo de esta manera, nos coloca como pintando un cuadro en forma conjunta y colectiva, sobre el cual cada uno de nosotros va dando una muy personal y particular pincelada, el conjunto de las cuales muestra las múltiples facetas y modos de abordarse que tiene el tema en cuestión.

Algo que ha llamado mi atención es que casi todos se refirieron al año nuevo como una fecha para evaluar lo pasado, pero muy pocos plantearon objetivos a futuro para el 2009, lo cual debería ser algo típico para el liderazgo de la propia vida. Como decía Séneca: para quien no sabe adonde va ningún viento le es favorable. Ojo, no digo que esos objetivos no estén en cada uno de nosotros, simplemente digo que me ha llamado la atención que casi todos se manifestaron sobre el pasado, lo que no puede ser cambiado, en vez de manifestarse sobre el futuro, lo que todavía no ha sido realizado. ¿Sabemos adónde vamos o, al menos, adónde queremos ir en este año 2009? ¿Cuáles son nuestros objetivos personales, familiares y sociales en nuestras áreas multidimensionales como seres humanos, entre ellas el cuerpo, la psiquis, la mente y la espiritualidad?

¿Cuál es nuestra visión para nuestra propia vida individual y colectiva para este 2009 con respecto a lo material, lo psíquico, lo intelectual y lo espiritual? ¿Lo sabemos? ¿Lo tenemos claramente a la vista? Pues si no es así, ¿Cómo habremos de alcanzar un objetivo que no vemos?

Saludos a todos, Hugo Landolfi