Todos tenemos un sueño, todos nos hemos sentido, alguna vez, deseosos de lograr algo. Y luchamos para alcanzarlo, y fallamos y volvemos a intentarlo pues la recompensa final, aquel sueño, moviliza nuestro espíritu.

¿Pero qué ocurre cuando ese sueño queda fuera de nuestro alcance? ¿Cuando nos quedamos a mitad de camino? ¿Qué sucede después de que algo ajeno a nuestra voluntad y a nuestro entusiasmo se nos interpone entre nosotros y el título mundial, impidiéndonos avanzar? Pero la pregunta esencial es ¿Cómo viviremos después de eso? ¿Nos permitiremos cambiar de sueño?

Todo dependerá de la visión que tengamos de nuestra vida, y de si podremos sacar algo bueno de aquello por lo que estamos atravesando. Con esto no quiero decir que la vida es color de rosa, y que debemos alegrarnos de los momentos tristes, no. Simplemente me gusta recordar que el ser humano tiene la capacidad de distinguir. Pensemos, ¿cómo reconocemos que las lágrimas, la tristeza son consecuencia de un mal momento si nunca nos hemos sentido alegres, si nunca hemos sonreído? De este modo se hace evidente mi punto de vista, el dolor es necesario para la felicidad, así como ésta lo es para el dolor. ¿Pero hasta qué punto podremos soportarlo? Personalmente, considero que todos somos capaces de enfrentarnos al sufrimiento que nos toca y de sobreponernos a él, lo que nos diferencia no es nuestra voluntad, pues todos quieren acabar con las situaciones dolorosas; lo que realmente nos diferencia es el conocimiento del sentido de nuestra existencia.

Maggie había encontrado el sentido de su vida en el boxeo, en lo que había conocido gracias a él, “No puedo seguir así, no después de lo que he vivido; he visto el mundo Frankie”. Por su parte, Frankie había vivido toda su vida enfocado en el boxeo y en sus libros, pero luego de conocer a Maggie surge en él un sentimiento que lo cambia por completo. Surge en entre él y ella un vínculo muy profundo, que lo determina como ser humano y que le hace ver que en la vida hay cosas más grandes que ganar el título mundial, aún si sean cosas como vivir en una pequeña cabaña, todo, absolutamente todo se engrandece si se tiene una persona querida al lado. Maggie no pudo continuar su visión y encontrarse en ella junto a Frankie, en la cabaña; para ella su vida ya había alcanzado su máximo esplendor, ya había “visto el mundo,” no le esperaba nada más.

Es curioso sentir algo así, incluso es difícil, pues ¿Cómo supo Maggie que ya nada mejor de lo que había vivido hasta entonces le esperaba en el futuro? ¿Pudo, a caso, viajar a en el tiempo y ver que todo sería sufrimiento? Tal vez ella vivió sus últimos años tan intensamente y recibió tanto amor (por parte de Frankie como del Sr. Scrapp) como nunca había recibido por parte de su familia, que creyó que nada podía ser mejor que aquello. Pero cuanto más pienso, más difícil se me hace identificar un umbral, cada uno conoce o intenta conocer el sentido de su propia existencia, que mucho o poco puede tener que ver con el sentido de la existencia de otro. Es por ello que se me hace muy difícil, llegado a este punto de la reflexión, juzgar la situación, pues quien soy yo para decir que Maggie (dejando de considerarla como personaje ficcional y pasando a tenerla en cuenta como un ejemplo) no había encontrado el pleno sentido de su existencia.

Ahora bien, si hay algo en lo que disiento con respecto a la situación de Maggie, es su decisión final. No creo que la muerte por propia elección deba ser el destino de nadie. Mi visión respecto de dicha situación es que por más que nuestro sueño haya quedado obstruido, nada nos impide el construir otros nuevos. Y, al fin y al cabo, como muestra la película, la vida no se llena tan sólo de sueños. Se llena del estar día tras día con aquellas personas que nos aman, que amamos; se llena de aquellos pequeños momentos en los que nos vamos conociendo cada vez más a uno mismo, y a aquellos con quienes convivo. En un libro llamado “El hombre en busca de sentido” el autor, Viktor Frankl, cuenta cómo aún los prisioneros de un campo de concentración se asombraban ante las maravillas de una puesta de sol, o ante la majestuosidad de las montañas, y simplemente eso, les daba fuerzas para continuar. Un profesor me dijo una vez, “no pidas ningún milagro, tan sólo mira a tu alrededor”, y ahora me doy cuenta que se refería a aquellas cosas que, a pesar de su simpleza, son capaces de brindar felicidad a quien las contemple.

Volviendo a la situación de Maggie creo que ella debería haberse hecho la siguiente pregunta ¿Ya que no puedo continuar con aquello que tanto amo hacer, qué haré con el resto de mi vida? ¿Qué otro sueño me espera? Maggie debería haber encausado su sentido de la vida hacia otro lado, creo que ella se olvidó de su don más preciado, la vida misma. Haciendo referencia una vez más al libro, Frankl cuenta que a cada minuto intentaba dar un nuevo sentido a su vida, desde continuar trabajando para lograr volver a ver a su esposa (sin saber si ella aún seguía con vida) hasta intentar ayudar a sus camaradas como médico que era.

Yo creo que nuestra vida no se acaba hasta que Él lo decida. Y si no encuentras ningún propósito para continuar viviendo, si toda razón de tu existencia se ha esfumado, sigue buscando pues puede que estés demasiado dolido como para verla, pero eso no significa que éste no esté allí. Será difícil recomenzar, tomará su tiempo, pero al fin lo encontrarás. Nunca sabemos qué nos espera la mañana siguiente, nada nos asegura que no seremos más felices de lo que ya hemos sido. Y, como dijo Danger, “Todos pueden perder una pelea,” pero lo importante es seguir entrenando, pues nunca sabrás cuando será tu oportunidad de ganar.

Por Antonella Lauría